¿7 millones de kilos de patata a la basura?

José Daniel Bravo, productor de la cooperativa Santa Isabel, pide urgencia para dar salida a este producto acordando con empresas especializadas su posible conservación.

José Daniel Bravo, productor de la cooperativa Santa Isabel, pide urgencia para dar salida a este producto acordando con empresas especializadas su posible conservación.

Abril 20, 2020

Siete millones de kilos de patata de Burgos, la misma cuya calidad la convirtió ya hace más de un siglo en un producto omnipresente en los campos y hogares de toda España y de muchos otros países europeos- , espera ayuda por parte de las instituciones para buscar destino a este alimento básico en el abastecimiento diario.

A la vez que invita al ciudadano a comprar en el pequeño comercio, uno de sus grandes aliados.

José Daniel Bravo, productor de la cooperativa Santa Isabel:
 

“Porque es un producto de gran calidad tanto para siembra como para consumo, que en apenas 15 días se echará a perder si no buscan la forma de conservarlo ahora que el cierre de los restaurantes, colegios y hoteles como medida contra el coronavirus, ha hecho que no tenga la salida habitual.”

De ahí que el también responsable del sector en la agrupación agraria Asaja abogue por pedir al Ministerio que acuerde con empresas especializadas convertir el producto en objeto de campañas de conservación o congelación.

José Daniel Bravo:
 

“A la par que nosotros animamos al ciudadano a que se acerque a las tiendas de barrio a comprarla, porque le aseguro que se llevará un producto de altísima calidad por buenos precios.”

“A la urgencia de luchar contra el tiempo se suma la imposibilidad de colocar ahora ni un kilo de este producto en las grandes superficies.”

“Ya que en un 90% las copa la patata francesa, de la que las autoridades están permitiendo su entrada y venta a pesar de ser la burgalesa mucho mejor en calidad, y más honrada su producción y venta final al consumidor.”

“Porque se permite su venta bajo la falsa denominación de ‘patata nacional’, cuando los códigos de barras -que no se pueden cambiar-, lo delatan como producto de origen galo, de donde llega pelada y con todo tipo de antigerminantes para hacerla ‘bonita’ a la vista.”

Engaños al consumidor ante los que estos productores burgaleses y palentinos de la comarca de Páramos (fundamentalmente del Valle de Valdelucio y la comarca del Tozo), piden a las autoridades que dejen de volver la vista, y luchen de verdad por este producto de cercanía, que tiene tras de sí el trabajo de varias generaciones de producción familiar.

José Daniel Bravo:
 

“Y que lo hagan con medidas reales, ya que no creo que estemos para desperdiciar millones de kilos de un producto esencial, y menos en un momento como es el que ahora sufre todo el país, en estado de alerta con el fin de frenar y evitar una pandemia que está afectando a todos de una u otra manera.”

De ahí que urja sobre todo al Gobierno Central a tomar estas medidas, al ser quien ha tomado las del cierre de establecimientos y el confinamiento domiciliario tras decretar el estado de alerta el 13 de marzo.

José Daniel Bravo:
 

“Medidas que entendemos necesarias por ser en pos de la salud y la prevención sanitaria de todos.”

“Pero a las que entendemos que deben sumar aquéllas con las que paliar los muchos efectos que han traído consigo las primeras, siendo una de las más urgentes dar salida a este producto, y hacerlo ya.”

Producto local de verdad

Y es que a raíz del coronavirus se ha paralizado la actividad en restaurantes, hoteles y colegios, y con ello la compra habitual que todos ellos realizan de esta apreciada patata. Hecho que ha causado a su vez un sobre-stock de producto, al ser estas tres áreas algunos de sus principales clientes.

Dificultad a la que se une la imposibilidad de hacerse un hueco en las grandes superficies burgalesas y regionales, 'as cuales están vaciando los almacenes galos mientras aquí al lado, la producción local está a punto de echarse a perder después de meses de trabajo ya realizado tanto de cultivo como de posterior recogida del mismo', lamenta.

Aboga por ello por que se les permita luchar en igualdad de condiciones en los mercados, pues como experimentado conocedor de este tubérculo burgalés, lo defiende a capa y espada sin vacilar.

Extraordinaria calidad que lo convierte en gran embajador de las bondades de la producción local en cualquier mercado, pues hace que sirva tanto para siembra dentro y fuera del país -es destino del 70% de la producción-, como para el consumo, fin del restante 30%.

José Daniel Bravo:

“Porque al superar cierto tamaño (en concreto el calibre 60) ya no es tan apreciada para siembra, pero sigue siendo magnífica para la cocina.”

“El problema es que ahora prevalece la apariencia antes que la calidad.”

“Mientras que la francesa llega no sólo mucho tiempo después de su recogida, sino pelada y limpia para hacerla más atractiva a la vista.”

Por ello aclara la ficticia labor de conservación que lleva consigo la patata francesa destinada a nuestro mercado, frente a la burgalesa conservada de forma natural gracias al frío burgalés. El productor invita al consumidor a atender a su sentido común.

José Daniel Bravo:

“Lo que en verdad significa que se le ha quitado la única protección que tiene al estar a la imtemperie frente a la contaminación, la radiación solar y posibles hongos, y que ellos evitan gracias a productos antigerminantes que añaden y que Europa acaba de prohibir, por algo será.....”

“Basta recordarle cómo la patata en cuanto se pela se pone negra por la acción del aire, y como evidentemente nadie se comería una patata ennegrecida por llevar 10 días pelada, algo tienen que hacer para que llegue bonita al consumidor.”

Trampas que, como asegura, 'grandes superficies, distribuidores y administraciones conocen', por lo que critica que se les llene la boca hablando de las bondades del producto local y de cómo facilitan que éste llegue al consumidor 'cuando más del 90% de la patata que encontramos en las grandes superficies es francesa que se vende a unos 1,50 euros el kilo, cuando a los productores se nos compra apenas a 12-14 céntimos de euro después de habernos costado a nosotros 10 producir ese kilo'.

De ahí que pida sobre todo ahora menos palabras y mayor control real de los mercados y de impulso a la economía circular.

José Daniel Bravo:

“La prueba de que no se está haciendo bien es la existencia de estos millones de kilos en los almacenes, que podrían fácilmente ser consumidos o conservados para evitar su desperdicio.”

“El coronavirus ha creado unas circunstancias impredecibles para todos.”

“El mismo que si no se les apoya y se les aboca a desaparecer, no estará ahí en un futuro.”

Pero a su vez alerta de un grave contrasentido: el trabajo del campo está siendo ahora esencial para asegurar el abastecimiento de toda la sociedad durante la pandemia