Y lo consideran un esfuerzo. Por ejemplo, el total de grasa saturada y trans en las papas fritas se redujo en más de 50 por ciento en los restaurantes de la ciudad de Nueva York, según el informe. En general, las autoridades de salud encontraron que el uso de grasas trans para freír, hornear o cocinar, y en pastas para untar declinó de 50 a menos de dos por ciento.
Esto no pareció molestar a los consumidores. "Se hace claro que las grasas trans se estaban sustituyendo y nadie notó la diferencia", aseguró Silver. "Los alimentos sabían igual de bien, y las comidas son más sanas".