Investigadores argentinos analizan las características de la papa

Doctora Adriana Balbina Andreu junto a su equipo de investigadores en "Biología Comparativa en Solanáceas" de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN-UNMDP).

Doctora Adriana Balbina Andreu junto a su equipo de investigadores en "Biología Comparativa en Solanáceas" de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN-UNMDP).

Septiembre 21, 2017

Desde su descubrimiento como alimento silvestre en tiempos del Neolítico, hasta su conquista como base de la dieta de miles de millones de habitantes en distintos rincones del mundo, la papa se sabe valiosa.

Se trata de un alimento que no solo cuenta con una alta concentración de almidón, vitaminas, minerales y fibra, sino que también posee un notable valor energético por su alto nivel de carbohidratos y, en menor medida, de proteínas.

Pero lo más destacable es su cualidad de alimento funcional, ya que contiene elementos de tipo antioxidante, antimutagénico, antimicrobiano, antineurodegenerativo y anticancerígeno, que la convierten en una gran aliada a la hora de prevenir enfermedades.

Estas cualidades llevaron a un equipo de investigadores del CONICET, liderados por la doctora en Ciencias Biológicas Adriana Balbina Andreu, a evaluar su potencial terapéutico a partir del estudio de sus polifenoles, compuestos antioxidantes – como el ácido clorogénico, flavanoles y antocianinas- presentes en las papas comerciales y andinas.

“Estamos enfocados en estudiar la capacidad que tienen estos compuestos de ser citotóxicos, es decir, de inactivar a las células malignas, y en determinar cuáles son sus diferentes mecanismo de acción”, explica la doctora Andreu, en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.

En sus estudios en fase de laboratorio, realizados con cultivos celulares in vitro, detectaron que estos polifenoles tienen actividad antimicrobiana sobre bacterias Escherichia coli de interés sanitario, resultan antitumorales en células de hepatocarcinoma y neuroblastoma humano, y tienen actividad neuroprotectora sobre células humanas modelo de la enfermedad de Alzheimer. Además, estudios preliminares indican que podrían tener actividad antiviral en hepatitis B.

El poder de prevenir

Muchas enfermedades tienen como antecedente en común lo que se conoce como estrés oxidativo. La ya conocida recomendación de hacer ejercicio o de tomar una copa de vino por día tiene que ver con prevenir esta suerte de antesala de la patología a través de la producción de antioxidantes.

Los antioxidantes retardan el daño molecular generado por los radicales libres, también denominados Especies de Reactivas de Oxígeno (ROS), que se caracterizan por llevar un electrón “desapareado”. La tarea de los antioxidantes es precisamente neutralizar esas moléculas y, así, prevenir la oxidación.

“Nuestro organismo –apunta la especialista- tiene la capacidad de anular estas ROS, pero ocurre que, muchas veces, la cantidad de radicales libres que se generan excede a la capacidad de contrarrestarlas naturalmente”.

Es aquí que tener una dieta rica en sustancias antioxidantes – y, entre ellas, los polifenoles- tiene un efecto beneficioso, ya que se puede prevenir, en parte, una enfermedad que se desencadene por el estrés.

En busca de la mejor alternativa

El Centro Internacional de la Papa indica que se trata del tercer cultivo alimenticio más importante del mundo en términos de consumo humano, después del arroz y del trigo.

El hecho de que su producción implique bajos costos y esté más presente en las dietas que otros alimentos, tales como el brócoli o la espinaca, que tienen una carga mayor de antioxidantes a comparación de la papa, es lo que motoriza a evaluar las capacidades preventivas de sus compuestos.

Sin embargo, las papas andinas y las comerciales presentan diferencias entre sí. “El mejoramiento de la papa se abocó a los genes que fueron de interés económico, porque se necesitaba una papa más resistente a los virus, hongos y bacterias que atacaran los cultivos”, explica Andreu, pero aclara que, en el proceso, se perdieron genes ligados a la calidad nutracéutica.

Es así que la papa originaria de Andes conserva una mayor cantidad de polifenoles y una mejor actividad de estas sustancias, con una mayor proporción en la cáscara que en la pulpa de este tubérculo.

La matriz (cáscara o pulpa) y el tratamiento que se les dé a las papas también es una variable a tener en cuenta. Ya sean crudas, hervidas, fritas o rústicas, la forma en que se consuman puede incidir en la manera en que los polifenoles se disponen para ser asimilados por el organismo y cumplir su misión de forma más o menos eficiente según el caso.

De igual modo, se debe evaluar cuál será la matriz adecuada para que estas sustancias lleguen a destino intactas para cumplir su misión terapéutica, por ejemplo, en las células neuronales afectadas por cáncer o Alzheimer.

Actualmente, el equipo encabezado por Andreu trabaja junto al grupo de Materiales Compuestos Termoplásticos (CoMP) de INTEMA (CONICET-UNMdP), dirigido por la Dra. Vera Álvarez, en el micro/nanoencapsulado de los polifenoles en biopolímeros.

Este proceso, que aún se encuentra en fase de laboratorio, protegería a los antioxidantes de la degradación en el organismo, dándoles mayor estabilidad en una matriz viable y, en consecuencia, mayor biodisponibilidad.

“La idea –concluye Andreu- es contribuir no solo a aislar y encapsular estos compuestos para que puedan ser aprovechados como suplemento dietario, sino también, y a través de estudios de la vía de síntesis de los polifenoles en el tubérculo, aportar al mejoramiento de la papa comercial, para que vuelva a ser tan nutritiva como fue en sus orígenes.”

Mayor información con Adriana Balbina Andreu, abandreu@mdp.edu.ar